domingo, 27 de noviembre de 2011


VUELVEN SERRAT Y SABINA

Aunque soy asiduo lector del País, hoy, ojeando el diario Público, me he topado con el crápula de Sabina que, en décimas octosílabas, anuncia, como nadie mejor que él sabe hacerlo, que de nuevo Juan Manuel Serrat y él volverán a compartir escenario y espectáculo con el nombre de “La orquesta del Titánic”. No todo van a ser malas noticias. Allí estaremos.





LA ORQUESTA DEL TITÁNIC

Aunque dicen que segundas

partes nunca fueron buenas

cuando corren por las venas

emociones iracundas

sugerimos que no cunda

el pánico en la afición;

traemos un corazón

afinado con la gente

que canta contra corriente

del mercado su canción.


Compartir con Joan Manuel

risas, copas y escenario

fue cruzar a un dinosaurio

con un tigre de papel.

yo pensaba: ¿Y cómo es él?

Hasta que anidó en mi nido

gritando muera el olvido,

cabrón, basta de sonetos,

repitamos el dueto

con pecado concebido.


Golpe a golpe, verso a verso,

las candilejas nos llaman,

mi atroz y tu buena fama

desertores del IMSERSO,

dan la cara y su reverso.

Que no se amansen las fieras

si, antes de que en primavera,

muera el último suspiro,

dos pajarracos de un tiro

vuelven a la carretera. (Sabina)

sábado, 19 de noviembre de 2011




PINTAN BASTOS

Y no es que sea yo una persona particularmente pesimista, pero me da en la nariz que en esta partida vamos a perder casi todos (la banca, valga el paralelismo de la metáfora, nunca pierde). En este caso tampoco perderá la gran patronal, ni las grandes fortunas, terratenientes y otras aves de diverso plumaje y pelaje que sabrán bien buscarse la vida entre los despojos y miserias de los currantes y los grandes festines que se les ofrezca en forma de privatizaciones. (Ya ocurrió en la era Aznar)

Si cierto es lo que pronostican las encuestas, nos pintan bastos a partir del 20-N. A unos (la gran mayoría ) más que a otros.

Pintarán bastos para todos aquellos que necesiten de nuestro sistema sanitario (que tanto sudor y lágrimas costó implantar) y comprueben que muchos de sus servicios han sido cerrados o suprimidos o privatizados. En el mejor de los casos, que haya que pagar algún tipo de tasa para cofinanciar el gasto. Y no estoy hablando de hipótesis ni ejerciendo el catastrofismo ni anunciando medidas apocalípticas. Esto que acabo de decir está sucediendo ya en Castilla la Mancha, en Madrid y en Cataluña.

Ni unas “siete y media” salvará del descrédito y la debacle a la Educación pública. Menos profesorado, más masificación; menos recursos, más fracaso escolar. Una educación para pobres y otra educación para ricos en los colegios privados, religiosos y subvencionados. La Educación, ese elemento capaz de hacer iguales a las personas, de colocar en su justo sitio a las personas según sus méritos y valía es, a juicio de la derecha, un peligro en manos del populacho, una bomba de relojería, la herramienta más eficaz para acabar con los privilegios de los más poderosos. La derecha no necesita personas cultas, ¿para qué? Para pensar ya están ellos. La derecha necesita buenos obreros que trabajen mucho y piensen poco. Ya lo dijo un gracioso ministro franquista con su gracejo cordobés: “más gimnasia y menos latín”.

¿Qué pasará con los desempleados? ¿Se modificará su seguro de desempleo? ¡Ah! ¡La ley de Dependencia! La Ley de más calado social de toda la legislatura. Espero que no la toquen. Espero que no la recorten.
No quiso el señor Rajoy en el debate contestar a la pregunta de si subiría el IVA. Hubiera sido fácil contestar con un no rotundo si esa fuese su intención. Subirá el IVA. Más impuestos para el conjunto de la población. A las grandes fortunas ni tocarlas.

Pintan bastos para muchos colectivos que habían visto cómo les eran reconocidos derechos que nunca habían tenido. ¿Volverán a ser estigmatizadas personas por su condición sexual o por su lugar de origen?

Son algunas reflexiones y preguntas a vuela pluma que sólo el tiempo desvelará. Las cartas están echadas, pero casi boca arriba. La victoria del PP nos va a sumergir (me temo) en los años oscuros (al menos cuatro). Sólo espero que estos cuatro años de desierto sirvan también para que las fuerzas progresistas se rearmen y reafirmen en sus valores, y para que todos aquellos arribistas, fulleros y tahúres escapen, como ratas de este barco que, aunque zozobre ahora, volverá a navegar benéfico y sereno.

Aunque bastos nos pinten, “sursum corda”.

Luis Martín Ruiz