viernes, 3 de febrero de 2012

LA GOMA DE BORRAR Y LA JUSTICIA CIEGA


LA GOMA DE BORRAR

Es mágica. Todo lo limpia y abrillanta. Esta especial goma de borrar, por arte de birlibirloque, es capaz de eliminar cualquier pátina de suciedad. Aún más, cualquier costra de inmundicia y bajeza moral.

La infamia, el robo, el lucro desmedido y vergonzante, la falsedad y el cinismo, todo, absolutamente todo, lo manda en un plis plás al limbo de lo no existente.

Actúa también esta peculiar goma de borrar sobre la memoria, borra palabras dichas y escritas, conversaciones, promesas hechas y dádivas ofrecidas, melosas palabras de amor y amistad eterna, reproches cariñosos y despectivos insultos.

Cualquier mácula, grande o pequeña, este prodigio de goma la hace desaparecer.

¿Cuántos millones de españoles habrán escuchado estos últimos días las conversaciones telefónicas mantenidas por el expresidente de la Generalitat Valenciana, señor Camps, y su “amiguito del alma” “el Bigotes”, que harían enrojecer de bochorno hasta a la Esfinge de Tebas?

¿Cuántos millones de españoles han escuchado, atónitos, con los ojos abiertos como platos por el estupor, lo de los regalitos, el caviar, los trajes, los relojes, los bolsos, las corbatas de Hermès, las promesas de amistad y cariño entre el señor Camps y el tal “Bigotes” jefe en Valencia de la Gürtel, empresa a la que se investiga por financiar supuestamente al PP?

Pues bien, esa especial goma de borrar mágica se pone en funcionamiento y hace desaparecer todo ello y viene a decir que todo eso no existe, patrañas, infamias inventadas. No culpables, limpios, inmaculados y brillantes. En una palabra, vamos, que somos gilipollas.

LA JUSTICIA CIEGA

No entendía muy bien de pequeño eso de que “la Justicia es ciega”. Después me lo explicaron. La metáfora o simbolismo venía a decir que todos somos iguales ante la ley.

Ahora, con mis sesenta años a cuestas, debo de haber sufrido una regresión. Vuelvo a no entenderlo muy bien, y es que hay muchos tipos de ceguera.

No hay peor ciego que el que no quiere ver – dice la sabiduría popular. Está el que mira para otro lado para no ver lo evidente. Podemos ir más lejos y aplicarle otras connotaciones a la palabra ceguera: empecinamiento, ciega es aquella persona incapaz de ver opciones existentes y distintas a la suya propia. Ciego de ira, ceguera intelectual…ceguera judicial.

¿Qué concepto de ceguera tendríamos que aplicarle a la Justicia española? Tengo la sensación que otros muchos como yo piensan que la Justicia debería quitarse la venda de los ojos y mirar de frente y a la cara para no tener que ocultar su sonrojo ante algunas de las últimas actuaciones y decisiones tomadas.

¿Alguien entiende lo del juez Garzón? ¿Alguien entiende lo que está ocurriendo con este juez que no quiso mirar para otro lado en el caso de corrupción y financiación ilegal? Pero lo más grave de todo y lo que no se le perdona al juez Garzón es que, además de no querer ser ciego, no quiso ser sordo y dejar de escuchar los cientos de miles de voces de los represaliados y fusilados tras la Guerra Civil que surgían y siguen surgiendo aún desde las cunetas y descampados de este país.