sábado, 30 de octubre de 2010

CAMARADA POCAOLLA



En un breve impulso, este verano me dio por escribir este relato corto, inspirado en los blogueros, que, espero, os guste.

El dibujo que ilustra el relato es de mi hija Camino Martín. Precioso. Si queréis visitar su blog -os lo aconsejo- aquí queda su enlace.



CAMARADA POCAOLLA




Sí, lo confieso, tengo un blog. Participo de ese descomunal destape colectivo, de ese impúdico exhibicionismo que se ha instalado en nuestras vidas a través de las pantallas de nuestros ordenadores.

La noche se presentaba larga. Encendí el portátil y me serví un gin tonic. Tenía cuatro comentarios que moderar sobre unos dibujos que había publicado: unos desnudos, rápidos bocetos, crudos y trasgresores.

“Camarada Pocaolla”, sonreí ante aquel remitente:

Me encantan tus dibujos, rezuman espiritualidad y poesía. Una auténtica comunión entre la mística y la luz.

Quedé petrificado. Publiqué su comentario y contesté de inmediato:

Curiosa visión. Sorprendente análisis sobre mis desnudos que pasan por ser provocadores. De todas formas agradezco tus palabras. Espero seguir contando con tus opiniones, Camarada Pocaolla. Por cierto, me encanta tu nombre.

Camarada Pocaolla, ¿hombre o mujer? Mujer. Seguro. El comentario respondía más a una sensibilidad femenina que al perfil seco y analítico del macho. ¿Joven?, ¿madura? Si joven, habría de ser reflexiva, con un mundo interior complejo. Si ya madura y talludita, el abanico de posibilidades podía abrirse.

Un nuevo comentario aparecía en la bandeja:

Son increíblemente altaneros los pubis dorados de tus desnudos y extrañamente tímidos sus rostros, capaces unos y otros de regalar las canciones más dulces y de gritar al mundo su rebeldía púber. Misticismo y éxtasis, frenesí pecador y extravío. Sólo un paso. Siempre, Camarada Pocaolla.

Sin tardar un solo segundo, escribí:

¿Quién eres, Camarada Pocaolla? Me gustaría saber de ti. Me intriga tu nombre y me intrigas tú.

Esperé. Camarada Pocaolla quedó muda; y yo, durante toda la noche frente al ordenador, centinela e insomne.


Llegué tarde a la galería. Xuxo me esperaba impaciente. Teníamos mi exposición a cuatro días vista y mil detalles que ultimar. No fue hasta la noche que pude sentarme de nuevo ante el ordenador.

Casi olí su presencia. Allí estaba de nuevo Camarada Pocaolla:

¿Por qué todos tus desnudos son femeninos? ¿Excusa artística para dar culto a quien da vida y equilibrio al universo? ¿Crees que Dios es mujer?

Ella llevaba la batuta. Marcaba los tiempos y las reglas.

Entré en su juego y le contesté con los versos de Benedetti:

“Si Dios fuera una mujer

qué lindo escándalo sería,

qué venturosa, espléndida, imposible,

prodigiosa blasfemia”


Camarada Pocaolla volvió a quedar muda. Sabía que no podía cambiar las reglas. Ella decidiría el cuándo y el cómo aparecer.

Sin mucho entusiasmo por mi parte, Xuxo ya le había dado nombre a la exposición: “Ausencias y Desnudos”. No lo dudé ni un solo segundo. Lo sentía por Xuxo, pero tendría que modificar el título. Abrí una nueva entrada en el blog, incluí uno de mis desnudos y el anuncio de la exposición:

Sala de exposiciones Xuxo

Sábado,23

“Si Dios fuera mujer"

Desnudos


Mi carga de profundidad surtió su efecto. Salió de nuevo a la superficie:

Gracias por el título de la exposición. Lo considero por tu parte un bonito y especial presente hacia mi persona. Allí estaré. Camarada Pocaolla.

Me di por satisfecho. Cerré el ordenador. Sabía que esa noche ya no volvería.

La sala estaba magnífica; los cuadros, equilibrados; los desnudos, impúdicos; el toque de trasgresión en el gesto de las modelos, casi obsceno. Xuxo, radiante, repartía sonrisas y besos aquí y allá saboreando interiormente su cuarenta por ciento de las ventas.

- ¿Qué te pasa? – me dijo en un aparte – estás distraído, sonríe, sé amable con la gente, eres el artista.

- Busco a una mujer – le dije.

- Ya llegará, no te preocupes.

- Está ya aquí, pero no sé quién es.

- Estás loco – me miró incrédulo Xuxo – Precisamente hoy, que nos jugamos un pastón, me vienes con estas historias. Las mujeres son como los cuadros; los hay simples, complejos, ricos en anécdotas, misteriosos….

Pienso en Camarada Pocaolla, críptica y misteriosa, como un cuadro Leonardesco; la imagino apasionada como un violento cielo de Turner, desafiante cual Olimpia de Manet.

- Por lo poco que sé de ella, es bastante compleja.

- Cuanto más compleja una mujer, más fascinante. Los cuadros más valorados de la historia de la pintura son así – persiste Xuxo en su paralelismo pintura mujer.

Una dama, de edad indeterminada, de rostro sospechosamente terso, altos pómulos y boca de rape, se nos acerca. Me horroriza pensarla como Camarada Pocaolla. Xuxo la besa. Ella, animada, psicoanaliza mi pintura:

-¿Por qué ese empeño en que sus desnudos sean tan evidentes? – se dirige a mí.

Xuxo sale al quite y no deja que le suelte alguna barrabasada.

- El desnudo moderno es trasgresor.

- Sí – insiste ella – pero sigo echando en falta ese erotismo velado que se siente ante el desnudo renacentista.

- Señora – intervengo a pesar del pisotón de Xuxo – no es el tiempo de las ñoñeces asexuadas del Renacimiento, una vulva es una vulva en el Renacimiento y en el siglo XXI, en Granada y en Pekín, con su delta de Venus, con su vello ensortijado, con sus labios y su hendidura.

La dama, cual quimera desde su capitel románico, casi pétrea, calibra la grosería de mis palabras.

Xuxo se deshace en excusas: Ya sabe como son estos artistas, irreverentes, excéntricos, maleducados…

Transcurre la noche entre los canapés, el vino blanco helado y los puntitos rojos que Xuxo va colocando sobre los cuadros.

Acabamos de cerrar la compra del cuadro de mayor formato. Me vuelvo y una muchachita me mira intensa desde sus ojos color ámbar. Pequeña de estatura, apenas uno cincuenta, leves los pechos y unas caderas de ánfora mediterránea que invitan a recorrerla.

Xuxo me mira y la mira. Calibra y sopesa. Le puede su alma pueblerina y sentencia como entendido en mujeres:

- Todas las cosas en su sitio, aunque alguien pudiera objetar, como dicen en mi pueblo, que tú eres mucho garbanzo y ella muy poca olla.

No beso a Xuxo por que no haya malentendidos. Recorro el corto espacio que nos separa y frente a ella – que me aguarda – recreándome en sus ojos que lucen como copas de champagne, le confieso:

- Camarada Pocaolla, sin duda alguna, Dios es mujer.






9 comentarios:

  1. Usted escribe muy bien.Es muy interesante su relato.

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  2. Los buenos escritores son aquellos que conservan la eficiencia del lenguaje. Es decir, lo mantienen preciso, lo mantienen claro.Me gusta tu relato y espero leer algo próximamente.

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  3. El mundo siempre determinará tu valía por lo que realizas.

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  4. Agradezco vuestros comentarios, Del Moral, Sombra y Anónimo. Por un lado me animan y ayudan a escribir aquellas cosas que tengo inacabadas, pero por otra parte me hacen sentir culpable por mi apatía y quizá miedo al folio en blanco. ¿Soy un escritor cobarde? ¿Es el famoso síndrome de Bartleby? No hay día que pase que no me proponga escribir y siempre lo voy posponiendo para el día siguiente.

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  5. Para cuándo uno de tus relatos eróticos?

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  6. Al escribir proyectas un mundo a tu medida?

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  7. Un blog ha de tener mucha vida,y,la forma de darle vida es metiendo cosas con relativa frecuencia.Para cuándo otra entrada?qué caro se vende!

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  8. As de copas, nunca me lo había preguntado, pero es posible que lleves razón. ¿Quién no vuelca parte de sus fantasías, de su imaginación, de sus deseos y anhelos en sus escritos?
    José María, lo sé, no soy merecedor de vuestra atención y me siento desconsiderado con todos vosotros por mi pereza y mi desidia.

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